domingo, 2 de agosto de 2009

Discurso sobre la amistad

Discurso sobre la amistad

Si no se me pregunta qué es la amistad creo saberlo, pero si por el contrario se me pregunta qué es ya no lo sé. Lo mismo pareció sucederle a San Agustín de Hipona con el tiempo unos siglos atrás. Junto a la amistad y al tiempo hay un sinfín de fenómenos los cuales se engloban en la misma problemática, la de definición. Esto sucede ya que son abstracciones que están fuertemente arraigadas en el hombre haciendo que le sea casi imposible extrañarse de ellas para poder analizarlas como si se tratasen de cosas materiales. Muchos no reparan en tal situación por no creerla necesario pero cuando la necesidad de definir tal fenómeno emerge se hace notoria la problemática que suscita abordar tal objeto de estudio.Esta problemática no se me presentó solo a mi claro está, sino que ya se le había presentado, por citar un ejemplo, a Sócrates hace una nada despreciable cantidad de siglos atrás. Esto demuestra la problemática que suscita el abordaje de cuestión tales, debido a que con el pasar del tiempo no se ha conseguido una respuesta totalizadora a dicha cuestión, tan solo conjeturas acerca del tema pero nada del todo convincente. Y me temo que yo no escaparé a la enorme lista de mediocres conjeturas respecto del tema, pero al menos intentaré poder formar una idea acabada de este fenómeno desde mi experiencia y desde un razonamiento de tipo lógico, si es que la lógica tiene lugar en este campo, cosa que dudo demasiado. De todos modos cabe destacar que sería hipócrita intentar dar una definición objetiva de un fenómeno subjetivo por excelencia como es la amistad, la cual puede definirse tan diversamente como cantidad de personas haya. Esto se debe a que todas las personas tienen concepciones distintas de lo que es la amistad producto de sus experiencias vividas, al punto de que halla gente que pueda afirmar que la misma no existe. Pero si hay algo que todos comparten y que nadie puede negar, que todos nos relacionamos entre nosotros, ya el hombre es hombre en tanto esté inmerso dentro de la sociedad ya que de lo contrario moriría. Por lo tanto esa necesidad de relacionarnos con otros pares hace que se creen lazos de diversas características pero que se fundan bajo la confianza. La misma puede ser de mayor o menor magnitud pero determina la profundidad con que las relaciones entre los hombres se desarrollarán, manifestándose en el grado a afinidad que uno puede tener con unas personas y con otras.

También factores como la semejanza o escases de igualdad entre las personas determinan el grado de afinidad que una persona pueda guardar por otra. De hecho es común ver que personalidades distintas tiendan a ser más afines que personalidades análogas. Quizá esto se deba a que cuando uno se relaciona con otras personas busque en ellas lo que uno no posee, y al toparnos con alguien quién nos es muy diferente nos permite ver y comparar características para así poder sacar conclusiones que nos permitan mejorar aspectos que creemos pocos desarrollados en nosotros. A su vez compararse con otras personas nos permite tener un parámetro con el cual medirnos para saber como somos. A su vez esta sana comparación da lugar a la creación de estereotipos de personas que en algunos casos se transforman en imagen a imitar.

Pero todo eso es más en cuanto a las relaciones entre personas propiamente dichas que en cuanto a la amistad, la cual se funda dentro de dichas relaciones manifestándose en la simpatía que uno guarda por las características de otro, simpatía que será mayor que la que uno sienta por el resto de las personas.

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